La mejor política

Cuando ha resonado la necesidad de regenerar la democracia, nos sentimos interpelados a actuar desde el propio ámbito, no solo por emergencia, sino por perenne responsabilidad. Hace tiempo que escribí, siguiendo un documento de los obispos franceses, sobre rehabilitar la política y lo hice para responder a situaciones parecidas a las que hoy vivimos en los diversos escenarios de nuestra sociedad. Las vivimos y las padecemos, cuando en tantos lugares lo que debería ser el arte para una auténtica convivencia se degrada en una lucha obstinada por el poder a coste de cualquier precio. Los cristianos necesitamos responder aportando elementos para una regeneración ética que vaya gestándose con la letra y el espíritu de los derechos humanos y ofreciendo aquellos valores evangélicos que iluminen decisiones y actuaciones.

Ha sido en este contexto de necesidad de luz que he releído algunos fragmentos de la encíclica Fratelli tutti -Hermanos todos- del papa Francisco, texto que envié a los políticos parlamentarios y alcaldes de nuestra isla, porque consideré necesario compartir lo que el Papa llama la mejor política. Constata que hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común, ya que, desgraciadamente, hoy la política a menudo suele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto. Para nosotros, regenerar la democracia querrá decir caminar siempre hacia esta realidad distinta con la aportación valiosa de toda -¡de toda!- la ciudadanía.

El papa Francisco habla del gusto de reconocer al otro que conduzca a la gestación de un pacto social. Sin este reconocimiento surgen maneras sutiles de buscar que el otro pierda todo significado y que no se le reconozca ningún valor en la sociedad (cf. FT 218). Por eso, queremos optar por lo que llama el amor político, es decir, «avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social». Por ello, veo muy oportuna la invitación que nos hace convocándonos a rehabilitar la política, «que es una altísima vocación y una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común» (FT 180). Contemplando en el Evangelio la actuación de Jesús, que es nuestro referente, debemos reconocer que «el amor, lleno de pequeños gestos de atención mutua, es también civil y político […] y se manifiesta también en las macro-relaciones sociales, económicas y políticas» (FT 181).

Refiriéndose a la buena política dice que esta «une al amor la esperanza, la confianza en las reservas de bien que hay en el corazón del pueblo, a pesar de todo» (FT 196) y que en la actividad política, «el que ama y ha dejado de entender la política como una búsqueda de poder tiene la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor […], no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia» (FT 195). Se llega así a una reconstrucción en común y a descubrir que «un país crece cuando mediante el diálogo social sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva» (cf. FT 199). Pero, no confundamos el diálogo con «un febril intercambio de opiniones en las redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable. Son sólo monólogos que proceden paralelos, quizás imponiéndose a la atención de los demás por sus tonos altos o agresivos» (FT 200). Entristece que «prime la costumbre de descalificar rápidamente al adversario, aplicándole epítetos humillantes, en lugar de enfrentar un diálogo abierto y respetuoso, donde se busque alcanzar una síntesis superadora. Lo peor es que este lenguaje, habitual en el contexto mediático de una campaña política, se ha generalizado de tal manera que todos lo utilizan cotidianamente» (FT 201). Pensemos bien en ello, ya que «los héroes del futuro serán los que sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales. Dios quiera que esos héroes se estén gestando silenciosamente en el corazón de nuestra Sociedad» (FT 202).

Sants del dia

07/09/2024Santa Regina, sant Clodoald, sant Marc Crisini i companys màrtirs.

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